PELIGRO

 

   Sea quien fuere que estampara aquella advertencia en la pared, estaba harto de contemplar historias de fracaso. Probablemente era anciano, sabio y prudente. 

Prudencia… quizá era lo que más falta hacía en aquellos tiempos de atrevimientos temerarios. Prudencia para pararse a pensar, para evaluar los riesgos y planificar una estrategia. 

Prudencia para gritar retirada en el momento oportuno, y también para no hacer sangre con el enemigo en caso de victoria. 

PELIGRO, leyeron todos cuantos pasaron por allí. Y las historias de fracaso comenzaron a convertirse en historias de éxito.

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