LA LUJURIA
Antes de quedar totalmente anuladas, muchas de aquellas personas se habían preguntado si alguna vez habían estado vivas. Si, como otras tantas, habían tenido proyectos de vida, planes, horizontes que alcanzar y por los que luchar día tras día... Muy pocas, las que retenían una pizca de razón, se entristecían y se emocionaban por la nostalgia de aquella libertad perdida, porque ahora eran esclavas del grupo, de sus instintos y de sus deseos. Entonces sus lágrimas se mezclaban con los sudores y los fluidos terminaban por arrebatar cualquier signo de cordura para anularlos definitivamente en pos del colectivo.
Desde la lejanía aquella amalgama de entes primarios, de cabezas huecas y cuerpos desatados, parecía adquirir la forma de una figura humana con una mirada aterradora. Era una figura que crecía día tras día, alimentándose de las almas de más y más personas desorientadas. Se nutría de ellas y lo sigue haciendo quién sabe con qué fin. A esa figura, que algunos conocen bien, la llamaron lujuria.
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