LA NIÑA DE LA ABUELA

 

   

   Cada adorno, por pequeño que fuera, tenía intención en aquel árbol de Navidad. El pequeño Carlos los había colocado después de mucho pensarlo en un orden que sólo él conocía. Los cascabeles, los regalos, las flores, las frutas y los animales. Si pudiera hacer sonar a todo ese conjunto, seguro se escucharía la bella sinfonía de una gran orquesta. 

Sólo aquella muñeca sobraba. Aquella muñeca no terminaba de encontrar su lugar. 

-Papá, no entiendo por qué hay que ponerla. 

-Porque es una muñeca mágica -respondió su padre. 

-¿Mágica? -se volvió Carlos, descreído, exagerando el gesto para demostrar que, a sus 9 años, ya no tenía edad para que le hablaran de magias. 

-Mágica, sí. Es una muñeca muy antigua que era de tu abuela. La ponemos todos los años, deberías acordarte. 

-Pues no, no me acuerdo. 

-Era de tu abuela y de niño todas las navidades me contaba la misma historia de cómo la encontró. 

Carlos se cruzó de brazos sin pronunciar palabra, esperando que le fuera contada esa historia. Su padre forzó una voz de narrador radiofónico.

-La abuela tenía apenas 5 años cuando un día, de noche, descubrió una niña muy pequeñita, muy pequeñita, casi como una duende, que trataba de encaramarse al árbol. Contaba que se asustó mucho y que cuando la duende se volvió y descubrió que acababa de ser descubierta, se quedó petrificada y se convirtió en una muñeca. En esta muñeca. 

-Apasionante -suspiró Carlos, y luego bostezó. 

-Pues no sé si es apasionante o no. A mí esa historia me encantaba de pequeño y por eso la hemos conservado y reparado a lo largo de estos años cuando se estropeaba y mira, ahí sigue, en el árbol al que trataba de subir, hace tantas décadas. 

-¿Y de dónde salió? ¿Dónde la compró la abuela?

-No la compró en ningún lado. Ya te dije cómo apareció. 

-¿Cómo explicaba la abuela que apareciera, así, de la nada?

-No digo que apareciera de la nada. La abuela decía que en algún lado hay un mundo donde habitan todos los seres fantásticos. Todos aquellos que imaginamos, y que si alguno se escapa y es descubierto, se queda atrapado en esta realidad para siempre como un juguete, como un muñeco o... como un adorno de árbol de Navidad. 



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