BUSCA UNA NUEVA LUZ



Agotados por la batalla y cabizbajos tras la derrota, regresaron en retirada al escondite de la gruta. Afuera comenzó a llover. Las gotas se evaporaron sobre la roca, que aún guardaba el calor de la mañana, y la brisa los acarició con una tibia humedad la piel quemada por el sol. El maestro, absorto en sus pensamientos, se recluyó en lo más hondo del agujero en la montaña, allá donde no llegaba la luz. Un aprendiz, el de mayor edad, lo acompañó.

    -¿Cuánto permaneceremos confinados, maestro?- preguntó el joven imberbe, consternado aún, incrédulo ante lo visto en el campo de batalla. 

El anciano no contestó. Ni siquiera se movió. O no debió hacerlo, porque el joven no podía verlo, sólo escuchar sus movimientos, conque decidió prender uno de los candiles. 

    -¡No!- exclamó el maestro. A lo que el discípulo respondió presuroso sofocando el pequeño fuego. 

El sabio comenzó entonces a hablar en la oscuridad. 

    -Esa la luz que nos ha iluminado hasta ahora, la que tantas victorias nos procuró... No nos sirve ya. 

El joven aguardó con paciencia, tratando por un minuto de comprender si quizá su maestro había perdido el juicio tras el trance en la contienda. 

    -Lo siento, no lo comprendo. 

Entonces el anciano encendió un extraño globo plagado de pequeñas ampollas de colores. Cada una brillaba con un destello propio y había uno más potente en el centro que parecía unirlas a todas. Era aquel un artefacto nunca visto con el que la sala adquirió un aspecto mágico. 

    -Una luz nueva nos iluminará a partir de hoy. Renovada, llena de ideas, de propósitos, de proyectos e ilusiones. Será una guía que nos hará mejores, que nos convertirá en... vencedores. 

Y en ese preciso momento, cuando las rocas de la cavidad adquirieron tonos inverosímiles, la sala pareció expandirse hacia el infinito, mezclando las sombras hasta distorsionar los espacios, expandiéndolos en horizontes colmados de mil colores. El corazón del joven latió fuerte, vigoroso. Olvidó el cansancio, la pena y el abatimiento; y sintió correr por sus venas la fuerza misma del Universo. 

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