LOS MUNDOS INVENTADOS


   Al estudiar la esencia misma del cerebro, el porqué de su existencia, la ciencia regresa al pasado más remoto. Al tiempo en que las células se asociaron para crear seres más complejos. A una época en que esa simbiosis alumbró el primer ser multicelular suficientemente complejo como para moverse por cuenta propia. 
   La capacidad motriz fue condición necesaria para buscar alimento o para reproducirse. ¿Qué hizo aquel primer cerebro? Trató de comprender la realidad, el entorno que lo rodeaba para interaccionar con él. Aquella primera imagen del ecosistema fue el primer pensamiento creativo sobre la tierra. Y esa creatividad es precisamente la que ha permitido a la evolución caminar hacia la aparición del hombre moderno, entre otras cosas. 
 Emily Nasbaum, de la Universidad de Yale; y Paul Silva, de Greensboro, llegaron a sugerir que la inteligencia tiene una correlación clara con la creatividad. Atribuyen el carácter abstracto de las estrategias más creativas a un atributo de éxito que hace que la gente más inteligente se beneficie de ellas. 
   El cine también ha inmortalizado esto. Ocurre en '2001: A Space Odyssey' de Stanley Kubrick. En una pugna entre dos clanes de simios por el agua de una poza en un paraje desértico ocurre el cambio que marca la evolución. Tras un primer enfrentamiento violento, uno de los primates juega con un hueso de animal muerto. Lo utiliza para golpear otros huesos y luego imagina el efecto que eso causaría sobre el cráneo de sus oponentes en la charca. En ese momento en que el simio deja de entender el hueso como un elemento más de la naturaleza para convertirlo en una herramienta con la que lograr un fin, aparece el pensamiento creativo. El paso inteligente que probablemente marcó en mayor medida el éxito del homo sapiens. El cineasta matizó aún más esta reflexión y de paso firmó una de las elipsis más memorables del séptimo arte. El simio lanza el hueso al aire y en su ascenso a lo alto encadena a un imagen perfecta de una nave espacial de formas similares navegando por el espacio. Fue su forma de simbolizar lo que sería la evolución, miles de años después, de ese gran paso creativo en la historia de la humanidad. 

Un requisito ineludible
Necesita creatividad el pintor que imagina sobre el lienzo en blanco, el cineasta que debe dar forma a un guión. El maestro que imparte una clase interesante, el arquitecto que diseña un nuevo edificio o incluso el cocinero que busca un sabor nuevo. Está en todas partes y hace que el mundo avance. Cada vez más, los perfiles creativos, probablemente en todos los sectores productivos, son los más demandados. La persona creativa mira al mundo y no ve el mundo. Más bien contempla una invención que trasciende todo lo que le han enseñado. Son realidades paralelas, inventadas y en muchos casos mucho más interesantes.

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