EL BESO DE HADA


   No hay nada capaz de nublar el sentido de un hada joven salvo el beso de un chico. Ellas son reservadas, astutas y rara vez se dejan ver en el bosque; pero al final de la primavera, cuando ya no pueden contener su efervescencia vital, violan todas las reglas establecidas. Esos preceptos  que mantienen el mundo de la fantasía mimetizado en el mundo real, sin que nadie se de cuenta. 

Todo sucede horas antes de que entre el verano, durante el solsticio. Si es un día de calor y la humedad se condensa en bruma, las hadas jóvenes dejan sus escondites en las cortezas de los árboles, en el interior de los arbustos o entre la hojarasca y buscan un chico apuesto antes de que se ponga el sol. Su pulsión es tan irrefrenable como pura, pues solo quieren enamorarse. Pero será un amor fugaz, que consumarán con un beso. No todo el mundo sabe que a un hada le basta un solo beso para ver el interior de un corazón. 

Aquí las hadas jóvenes aprenderán una lección importante, porque tras cegarse por alcanzar al chico más guapo, sentirán un profundo escalofrío si descubren que su corazón solo esconde oscuridad.  Unas pocas, las más afortunadas, encontrarán a un guapo de buen corazón. Cuentan que solo esas vivirán por siempre, y conservarán la ilusión por hacer el bien. Las otras jamás llegarán al verano y se diluirán en la bruma del bosque justo antes de que se ponga el sol. 

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