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El doctor rompió el silencio de la consulta más incómoda que había tenido en toda la semana -Un punto, ¿y con eso qué quiere decir? ¿Por qué dibuja un punto?-
-Porque no tengo nada que decir...-
-Y no sería más fácil decirlo... ¿Decir que no tiene nada que decir?-
-Entonces ya habría dicho algo...-
El doctor se reclinó sobre su butaca, que había adaptado la forma del cuero a su asiento. Pero en ese instante ni siquiera su butaca parecía cómoda... Respiró para recuperar la calma y continuó.
-Tiene el día difícil, ¿no?- Y no hubo respuesta... El doctor se inclinó sobre su paciente y repitió la cuestión, más serio...
-¿Lo tiene?
-¿Por qué me fuerza a hablar cuando no hay nada que contar?-, reiteró el paciente con la madurez de un párvulo. El doctor se acomodó de nuevo sobre la butaca, cerró el cuaderno y volvió a respirar, esta vez más profundo...
-Bien entonces, como doctor no tengo nada más que hacer con usted hoy... Puede irse.
El paciente levantó una mirada de presa indefensa; de animal abandonado al sacrificio...
-¿Pero no iba a ayudarme a desentrañar el significado de ese sueño?-
-Para eso tendría primero que contármelo. Si no quiere hablar, no tenemos nada que hacer.-
-El sueño sí, de eso sí que puedo hablarle. Nunca sueño y esa imagen que aparece en estas últimas semanas me quita el apetito-.
-¿Le quita el apetito?
-He adelgazado 10 kilos-.
-¿Tanto le preocupa?
-Creo que no, pero no tengo hambre. En realidad no creo que sea cosa del sueño...-
-No le entiendo...-
-Prefiero que sea usted, como profesional, quien decida si es cosa del sueño- El doctor apartó las gafas y frotó el entrecejo. Volvió a respirar profundo.
-Bien-, se reincorporó el médico. -Cuénteme... Qué sueña exactamente...-
-Porque no tengo nada que decir...-
-Y no sería más fácil decirlo... ¿Decir que no tiene nada que decir?-
-Entonces ya habría dicho algo...-
El doctor se reclinó sobre su butaca, que había adaptado la forma del cuero a su asiento. Pero en ese instante ni siquiera su butaca parecía cómoda... Respiró para recuperar la calma y continuó.
-Tiene el día difícil, ¿no?- Y no hubo respuesta... El doctor se inclinó sobre su paciente y repitió la cuestión, más serio...
-¿Lo tiene?
-¿Por qué me fuerza a hablar cuando no hay nada que contar?-, reiteró el paciente con la madurez de un párvulo. El doctor se acomodó de nuevo sobre la butaca, cerró el cuaderno y volvió a respirar, esta vez más profundo...
-Bien entonces, como doctor no tengo nada más que hacer con usted hoy... Puede irse.
El paciente levantó una mirada de presa indefensa; de animal abandonado al sacrificio...
-¿Pero no iba a ayudarme a desentrañar el significado de ese sueño?-
-Para eso tendría primero que contármelo. Si no quiere hablar, no tenemos nada que hacer.-
-El sueño sí, de eso sí que puedo hablarle. Nunca sueño y esa imagen que aparece en estas últimas semanas me quita el apetito-.
-¿Le quita el apetito?
-He adelgazado 10 kilos-.
-¿Tanto le preocupa?
-Creo que no, pero no tengo hambre. En realidad no creo que sea cosa del sueño...-
-No le entiendo...-
-Prefiero que sea usted, como profesional, quien decida si es cosa del sueño- El doctor apartó las gafas y frotó el entrecejo. Volvió a respirar profundo.
-Bien-, se reincorporó el médico. -Cuénteme... Qué sueña exactamente...-
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